Conductores y riesgos psicosociales
Cuando se habla de prevención de accidentes de tráfico, ya sea en el entorno de la empresa o a nivel general, en la mayoría de los casos se busca dar solución a los factores concurrentes que generan el accidente y tratar de lograr que no se produzcan.
Es decir, intentamos transmitir al conductor distraído que no se distraiga y le mostramos lo peligroso que es, hacemos igual con el conductor que conduce muy rápido o que desprecia la convivencia con los demás. Si es usted prevencionista y ha realizado estas prácticas de formación… ¿le han funcionado?
Mucho nos gustaría que la respuesta fuese positiva, de ser así, prevenir siniestros puede ser más fácil, pero nos tememos que no.
El conductor que conduce rápido, que consume alcohol o que se distrae actúa según su propio código de conducta que ha ido construyendo a lo largo de su vida y que contempla desde aspectos puramente biológicos hasta conductas aprendidas y observadas.
Conducir, tarea de precisión
La tarea de conducir requiere de todos los sentidos, y de una gestión correcta de la atención y de otros aspectos como el estrés, ambos factores influyen mucho en las decisiones que tomamos al volante y que al final desembocan en decisiones erróneas que en los datos de estadísticas de accidentes se transforman en “factores concurrentes”
Por lo tanto, parece bastante claro que una buena estrategia sería intentar atajar los problemas de raíz. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, un 90% del deterioro físico y mental (falta de eficacia, fatiga crónica, insomnio, depresión…) que sufren los trabajadores está relacionado con el estrés provocado por el trabajo.
En el caso del estrés, según el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el 60% de las bajas laborales en Europa son por estrés.
Partiendo del Informe “Empresas Humanas y Saludables”, elaborado por la Fundación máshumano, el 45% de los trabajadores de empresas pequeñas asocian el estrés al trabajo, mientras que en empresas grandes esta cifra aumente hasta el 58%.
La mitad de los trabajadores considera el estrés laboral como algo habitual, y el futuro no es nada halagüeño porque en el mismo estudio se afirma que uno de cada seis trabajadores padecerá problemas de salud mental a lo largo de su carrera profesional.
El coste para la empresa es importante, por una parte si un riesgo psicosocial acaba produciendo un accidente o sencillamente por el coste que supone una baja, y que en el caso de las debidas a factores psicosociales crecen año a año.
En Europa los costes totales de los trastornos de salud mental se estiman en 1000 millones de euros al año, menos de la mitad son por tratamiento médico y 136.000 millones son por la pérdida de productividad y las bajas por enfermedad.
El ‘burn out‘
El síndrome del trabajador quemado, creciente al igual que el resto de factores psicosociales será incluido bajo el epígrafe de ‘Problemas asociados al trabajo o al desempleo’ en la futura Clasificación Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que entrará en vigor en el año 2022. La CIE-11 es la norma mundial en materia de datos sobre salud, documentación clínica y el reporte de las estadísticas de salud.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!